De Camilo a Platero: Camino a una segunda oportunidad (Segunda parte)
Tras años de maltrato, algo cambia en la vida de Camilo: llegan voces nuevas, manos que lo rescatan y un nombre que podría marcar un renacer.
¿Es posible volver a confiar, amar, y sanar después de tanto dolor? En esta parte, Camilo comienza a transformarse en Platero…
Si aún no leíste la parte anterior, te invito a hacerlo antes de continuar: Parte 1: La historia real de un burrito que soñó con ser libre
Una mañana llegaron muchas personas al rancho. Preguntaban por mí.
Foto tomada de Internet
Un veterinario me revisó, me tocó por todos lados, y dijo con firmeza:
—Nos llevamos a Camilo a un refugio. Tiene hongos en los cascos, está desnutrido y ha sido descuidado y otros términos que no supe comprender.
Yo entendí que algo grave pasaba. Me subieron a un camión, y tras un largo viaje, llegamos a un lugar desconocido. Allí, en ese lugar no me fue muy bien, entonces los policías decidieron llevarme a otro refugio.
Pensé entonces, ¿será que esta tortura de que nadie me trate bien seguirá?
De nuevo me subieron al camión, otro viaje más, la ventaja es que allí iba cómodo y no tenía que esforzarme.
Cuando llegamos, tuve miedo. Extrañé a mi amo, a su familia, a los olores del rancho.
Pasé la primera noche temblando, deseando estar de nuevo amarrado en mi rincón.
Los ruidos, las personas, los otros animales me daban pánico y saque lo más primario de mí y no me dejaba tocar, no quería nada.
¿Saben? Llore mucho porque no entendía cómo mi vida estaba tan mal. ¡Snif! ¡Snif! ¡Snif!
Le pedí al Dios de los animales que me regresara.
Pero amaneció. Y al amanecer, oí a unos caballos saludarme a lo lejos.
—¿Será a mí? —pensé.
Olfateé y descubrí a otro burro cerca. ¡Yo que pensaba que era el único que rebuznaba! Jijiji...
Una señora amable comenzó a cuidarme. Me cura las heridas y me llamo con un nuevo nombre: Platero. Y ese nombre… me gustó. Porque sentí que era el comienzo de algo bonito. Platero, pensé.
Creo que mejor no me habían podido nombrar, como el amigo de Juan Ramón Jiménez que escribió un libro llamado Platero y yo, en donde cuenta todas las aventuras con su asno. Creo que puedo escribir otro capítulo para esa obra. Jijiji...
Aprendí a confiar. A dejarme sanar. Comí por primera vez alfalfa, avena ¡un verdadero manjar!
Ya no cargo cosas. Camino por un potrero, como la hierba que quiero, a la hora que quiero. Huelo flores. ¡Flores! Y ese olor... me hizo llorar por dentro. Era plenitud.
Veo a los caballos a lo lejos, y al burrito que aún me mira con desconfianza. Pero sé que pronto platicaremos burros y caballos. Quiero escuchar sus historias. Quiero saber cómo sanan las almas humanas. Quizá, con su sabiduría… también sanen la mía.
Continuará…
En la próxima parte: Platero encuentra la libertad, pero una decisión humana podría cambiarlo todo.
Lee ahora la [Parte 3: De Camilo a Platero: Entre la libertad y el regreso (Tercera parte)
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