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martes, 26 de junio de 2018

La mágica montaña de sal que tiene Catedral propia

Los aborígenes muiscas de la región central de Colombia descubrieron la grandeza y la majestuosidad de una montaña de sal que le entregaron a sus dioses como prenda de agradecimiento, por todas las maravillas que ella encerraba.

Talla Memorias de la Sal del artista zipaquireño Carlos Penagos.
Replica de la flora y la fauna de la región.
(Foto Hilando las Historias)
No solo era sal, había en ella lechuzas Cabeza de Corazón que eran sus mascotas y que en la época de la conquista fueron vitales para avisarles la presencia española en el lugar o simplemente para escuchar su tímido canto nocturno que les presagiaba los dones de la sabiduría.

Los árboles de roble y mano de oso apenas son la representación de la riqueza de la fauna y flora de la hermosa tierra fértil que circunda la región gobernada por el Zipa, que era el cacique a quien los indígenas veneraban como un dios viviente.


Esta mágica montaña fue conocida y reportada por Alejandro Humbolt hacia 1800 en sus escritos como presagiando su importancia y la riqueza que representaba este lugar enmarcado por tanta belleza.
Esta fantástica aparición de la naturaleza se ubica en en la población de Zipaquirá que deriva su nombre de Zipa que significa cacique y quirá tierras fértiles, Zipaquirá igual Las tierras fértiles del cacique.


Pasados los años los mineros de la población decidieron extraer la sal para comercializarla y a medida que se adentraban a la montaña, no les era fácil salir para darle gracias a Dios por su vida, por su familia y por las bendiciones recibidas, entonces comenzaron a tallar imágenes, a crear lugares de adoración para simbolizar su fe de una manera incipiente en la mina y con la visita periódica del sacerdote del pueblo para realizar la eucaristía, todo se volvió sublime y religioso.

Lo que estos rudos mineros nunca imaginaron es que el  lugar que era de oración y de simbolismos propios, se convertiría con el paso del tiempo  en una catedral subterránea,  que recibiría miles y miles de visitantes,  que llegaban atraídos por lo novedoso, muchos de ellos por peregrinación y devoción.

Esta primera catedral de sal  no aguantó el paso de los años y los pilares con los que fue construida comenzaron a deteriorarse y así fue que para 1992 fue cerrada con el propósito de rescatar la Maravilla Moderna en que se había convertido y hacerla con una arquitectura más moderna,  sin dejar atrás las esculturas realizadas por el italiano Ludovico Consorti, el mismo que hizo la puerta santa de la Basílica de San Pedro y muchas de las tallas hechas por estos hombres 'subterráneos' que se mantienen con el tiempo.

Tres años después, se abre la nueva Catedral de Sal que mantendría la seducción y la expectativa de sentir y saber que había bajo tierra. 
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Cuando se da el primer paso para ingresar a esta mina todo se vuelve mágico, las paredes que están cerca de la capa vegetal dejan ver su color blanco y las piedras de marma o perita, que en el mundo minero es llamado 'oro de los tontos, impregnan a los muros destellos brillantes en medio de la oscuridad.

Cruz del  viacrucis dentro de la Catedral de sal
Foto Hilando las Historias
Todo comienza con el viacrucis, una hermosas cruces talladas en bajo relieve e iluminadas por luces artificiales que representan el camino que recorrió Jesús hacia el calvario,  cada sección tiene reclinatorios de oración, también tallados de piedra salina
que invitan a la oración.

El simbolismo impregnado por los mineros, invita a los visitantes a la reflexión propia, que los mantiene  expectantes por cada una de las paradas que han sido delicadamente cinceladas y que salieron de la imaginación de más de cien hombres que solo buscaban adorar al santísimo, porque sus días en la mina eran largos y tediosos, y  por eso esta primera parte esta impregnada de  la catedral es la muestra de agradecimiento por cuenta de los trabajadores de la mina, al Señor Crucificado.

En este punto, los visitantes no se  alcanzan a imaginar cómo estos hombres crearon una entrada tan atractiva a medida que sacaban más de 35 mil toneladas de sal para ser comercializada en el exterior y que poco a poco iban dejando atrás una cruz. 

Este camino es la única entrada que tiene la Catedral y que conduce lentamente  a las naves de la permitiendo que más de  que más de cuatro mil personas estén dentro sin que les haga falta el aire, una creación humana como homenaje a Dios.

De pronto se observa ya a unos 167 metros bajo tierra una fantasía absoluta, se abre una gran cúpula que personifica la unión de Dios y el hombre. La parte superior fue hecha con cincel y martillo, es un círculo perfecto que simboliza al Supremo y las paredes salinas rusticas interpretan al hombre, lo material. El piso es hermoso tallado en piedra de mármol (lo único que no es hecho en piedra de sal), reflejando y proyectando la luz que se emite desde la cúpula.

La vía continúa y aparece el coro que es armonizado con cánticos religiosos. Al lado izquierdo esta la escultura del arcángel San Gabriel tallado en roca salina, él tiene  una posición privilegiada. Desde allí hay  unos doce metros y se divisa de manera esplendorosa el altar mayor.
Al fondo el altar mayor de la Catedral de Sal con la cruz más alta bajo tierra
con una altura 16 metros de alto, a una profundidad de 138 metros.
Fotos Hilando las Historias. 

Al bajar 12 metros más hay tres entradas, que según la creencia dice que quién entra por la puerta derecha es puro de corazón, el que ingresa por el centro es más o menos puro y quien lo hace por la izquierda es pecador, pero lo cierto es que llegar  por cualquiera de las entradas es un privilegio que solo se puede vivir cuando se aprecia de cerca la primera nave, la nave del nacimiento.

Nave del nacimiento. Familia de Belén.
Foto Hilando las historias 
En este punto las esculturas personifican la familia de Belén, un tallado que tiene más de 60 años y que fue cincelado por el italiano Luidovico Consorti. Estas repujas son fastuosas y es quizá el único Belén del mundo que esta expuesto los 365 días del año. Cada figura esta perfectamente moldeada impregna en el ambiente el amor de la familia de Belén representa la conexión terrenal de Jesús con los hombres.

La segunda nave no es menos importante que la primera, es la nave de la vida. Es indescriptible la sensación de emoción al verla cruz más alta del mundo bajo tierra, realizada en bajo relieve, con una altura 16 metros y que con efectos de luz que la hace tridimensional, se ubica  detrás de altar mayor y su belleza es incomparable, representa la vida.

Tiene una hermosa arquitectura con cuatro columnas, que según su simbología representan a los cuatro apóstoles, Lucas, Mateo, Juan y Marcos que representan la fe cristiana.

Estos hombres, los mineros de Zipaquirá laboriosamente con amor, paciencia y regocijo en el alma, esculpieron cada centímetro de la Catedral, para vivir en plenitud con el Cielo aún estando bajo tierra.

Medallón de la creación.
Foto Hilando las Historias
En el piso hay una talla en piedra llamada El Medallón de la Creación, que muestra, muy al estilo griego y romano en su forma, la chispa divina que Dios le impregno al hombre en la creación.

Y la última nave , la nave tres es tan bella y bien lograda que representa  la muerte y la resurrección de Jesús, el fin de su paso por la vida terrenal. Las grutas que la componen de manera majestuosa, tienen la obra escultórica de la pietat que de una manera sublime muestra el descendimiento de la cruz y otra gruta que le recuerda al mundo cristiano que Jesús resucitó.
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La leyenda dice que quiénes estén cerca y tengan ojo visor pueden en algunas noches de luna llena y especial la que precede la Semana Santa, escuchar  murmullos  y  ver luces que entran en desfile hacia la Catedral y en el silencio de la noche oír cómo retumban los golpes de las picas y los cinceles tallando cada parte de la Catedral.
Quién tenga la fuerza y la valentía para seguir allí,  percibirá dentro y al fondo de la mina cantos, rezos y bendiciones que son emanadas con claridad, quizá por ese primer sacerdote que cada domingo iba acompañar espiritualmente a los mineros y que aún hoy, en el corazón  de la montaña sigue su trabajo misionero para no olvidar las almas de los trabajadores y recordarle a Zipaquirá que la mina de Sal no solo  es patrimonio turístico de la humanidad, sino de los hombres que día a día y centímetro a centímetro dejaron como legado y enseñanza que hay una vida nueva y mejor.

El amanecer no es menos misterioso, porque al encuentro de la noche con el sol se oye a lo lejos el canto del custodio de la montaña, la lechuza Cabeza de Corazón  quien le da la bienvenida al astro rey como símbolo de que por siglos y por siempre la montaña, la sal y la tierra son del gran cacique Zipa.

lunes, 2 de mayo de 2016

Fernando Soto Aparicio: Gracias

Cuando era estudiante de secundaria, apenas una adolescente,  llego a mis manos el libro Después empezará la madrugada del maestro, poeta y escritor colombiano Fernando Soto Aparicio. 



Este libro me enseño la buena lectura, a imaginar, a soñar y antetodo entender algo de nuestra historia reciente, esa historia que ha desangrado a mi país y que muchos prefirieron no contar. Luego pasarían:  La rebelión de las ratas, El espejo sombrío, Mientras llueve, La siembra de Camilo y su último trabajo de despedida de esta vida, Bitácora del Agonizante.


Él, Fernando Soto Aparicio se convirtió para mí, en ese primer gran amor que siente una niña por su padre, lo idealice con cada libro, con cada poema y siempre pensé que jamás lo conocería, aunque  mí corazón juvenil de entonces, conservaba en lo más íntimo y en secreto esta esperanza.  




Un día mi sueño secreto de conocerlo se hizo realidad, habían pasado muchos años, esa jovencita había crecido y se había convertido en periodista. 

Para ese entonces cuando lo conocí,  trabajaba como periodista de cultura en un medio de comunicación radial. 



Una tarde casi dos décadas atrás, lo invitamos al programa para hablar  sobre sus escritos.  Cuando lo vi, no lo  podía creer, mi mente, mi cuerpo y mi espíritu se paralizaron, estaba frente a ese hombre que había marcado mi vida intelectual y aunque los periodistas estamos preparados para entrevistar a cualquier personaje, fue como vivir ese momento en cámara lenta. 




Era un hombre de unos sesenta y tantos años, para entonces,  de gran estatura y de contextura gruesa, no lo podía creer,  era mi ídolo, el personaje por el cual le tomé amor a la lectura, por el cual entendí  que mi país y mi América Latina entre conflicto y conflicto se desangraban, el hombre que sin saberlo, me enseñó el amor por la escritura.

Se sentó a la mesa de trabajo, mis compañeras comenzaron la entrevista y yo, como si hubiera encontrado al amor de mi vida, sentía mariposas en mi estómago,  no musitaba palabra, solo quería que su voz, como lo hicieron en su momento las letras, se quedaran impresas en mi mente. Luego sin pensarlo dos veces, comencé a preguntar por cada uno de esos libros maravillosos que pasaron por mi mano y la admiración comenzó a salir con cada pregunta de una manera delicada, adecuada para descubrir en él los secretos para ser escritor. 



La conversación se convirtió en una charla amena, como si hubiéramos sido siempre amigos, entre amigos. El tiempo —casi dos horas de entrevista—, fue corto para todo lo que tenía que preguntar  y aprender. Nunca en mi carrera profesional me había pasado y le agradezco a la vida haberlo leído, haberlo tenido cerca y he atesorado, desde ese día,  en mi mente y en mi corazón ese encuentro como un gran regalo del Cielo.

Nunca más lo volví a ver personalmente, pero siempre estuve al tanto de cada uno de sus trabajos y de su vida, tanto así  que desde que él abrió su cuenta en Facebook, lo seguí para sentirlo más cerca, aprender de cada publicación que hacía en su perfil y luego, cuando hizo público su cáncer y estado terminal lo acompañe en la distancia virtual.



Fernando Soto Aparicio no solo fue un gran poeta, escritor y periodista colombiano, fue un sabio que supo cuándo escribir su último libro, el de su muerte— Bitácora de un agonizante, noviembre de 2015, cuándo cerrar su cuenta de Facebookhace tres días—  y cuándo morir el último día de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.


Fernando Soto Aparicio. Foto tomada de
su muro Facebook
Hoy le rindo este pequeño homenaje, a aquel hombre que ha partido a los 83 años luego de luchar contra un cáncer terminal y que con su última obra nos enseñó que un escritor debe despedirse de su lector y que esta labor no termina, porque la vida se está yendo y por ello nos entregó su último trabajo <<Bitácora de un agonizante>>, que fue escrito para la muerte, luego de haber escrito para la vida,  tuvo la fuerza para contar en ella todo lo que le agobiaba.

Hoy se va un grande, un hombre que fue perseguido por su pluma liberal y revolucionaria; un periodista que compartió sus escritos en diferentes periódicos y revistas de Colombia; un hombre que sin saber fue mi maestro, al que admiró y admiraré por siempre; un ser humano que murió con la paciencia de aceptar la muerte como otro capítulo de la novela de su vida.

Descansa en paz Fernando Soto Aparicio que en el Cielo te están esperando  por ti todos esos personajes ficticios y reales a los que liberaste con tus letras. Aunque nunca te postularon para el Nobel, tienes el premio más grande que un escritor pueda tener: el amor de todo un país.

Paz en su tumba.

martes, 18 de agosto de 2015

Orgullosamente Colombiano

Todos hablan sobre la belleza natural de Colombia pero hoy quiero contarles acerca de otra, sí, otra gran belleza, la belleza de su gente. Este país está bordeado por dos océanos y enmarca la idiosincrasia de muchas etnias que han hecho de este país suramericano una raza fuerte, altiva y llena de fortalezas queda como resultado al colombiano.

Las mujeres y hombres colombianos son capaces de transformar con su sonrisa, tesón, empuje, gentileza, cordialidad y alegría el mundo que les rodea y a quienes los conocen.

Quien llega a Colombia  y echa de ver a su gente, se va seguro de querer regresar o dejar que sus raíces broten en este hermoso y gran Macondo de cien años de soledad.


Colombia es el país del sí se puede, "hágale"

A la gente colombiana no le queda grande "nada" y cuando las fuerzas hacen falta, siempre hay un hágale que mágicamente hace que se puedan conseguir los sueños y alcanzar las metas imposibles. Cuando usted visite este país caribeño, andino, llanero, pastuso, vallecaucano, chocuano, amazónico y escuche: —hágale pues... —hágale mijo... o — hágale mija... ¡hágale!, porque  ese es el impulso que usted necesita para lograr lo que quiera y nada le quedará grande. Así son los colombianos.

Colombia es sabor de música. 
El colombiano siempre tiene algo porque celebrar, siempre hay música, rumba, fiestas regionales y reinados. No importa si es de día o de noche, o cuántas personas estén presentes, aquí se aprende a mover las caderas o a moverlas,  no en vano es considerado uno de los países más felices del mundo.  o sino vea los movimientos ritmicos de Shakira y la alegría rumbera de Carlos Vives.

Colombia es el país de la pena
El colombiano tiene la capacidad de pedir excusas siempre, así que si alguno le dice ¡¡¡Qué pena contigo!!! No piense que es una manera de verle frágil, es la forma respetuosa de decir ¡lo siento, quizá te ofendí!

Colombia siempre saluda interminablemente
El colombiano es muy amable, saluda indefinidamente y puede conjugar cualquiera de las siguientes frases o utilizarlas todas en una sola ráfaga: Hola, ¿Cómo está? ¿Cómo amaneció? ¿Cómo durmió? ¿Cómo ha estado? ¿Cómo le ha ido? ¿Qué ha hecho? ¿Qué hubo? y ¿Qué más? Tranquilo, no tienes que responder a este saludo interminable, solo tienes que decir: Muy bien.

Pero también, hay colombianos que solo levantan el dedo pulgar de su mano para saludar y decir con esta seña "todo bien, todo bien" y de esa manera usted le puede contestar.

Colombia es el país de la cortesía y el respeto.
El colombiano tiene marcado en sus relaciones interpersonales el respeto y por ello siempre te dice: Por favormuchas gracias; a la orden; con gusto; fue un placer; sí, señor o sí, señora (aunque no seas un viejo o una mujer casada); siga por favor; ¿Qué se toma?; adelante, está en su casa; bueno seño; con gusto. El colombiano es cortesía

Colombia es de puertas abiertas
El colombiano siempre está atento a dar explicaciones y a mostrar lo mejor de su región. No se sorprenda que se siente a hablar con el forastero, indique la dirección y además explique porque una calle se llama 'así o asa' contándole la  historia del lugar. 

Derechos de la fotografía
Hilando las historias
En la provincia el campesino sin conocer al foráneo se retira su sombrero y le dice: —Sumercé, buenos días o buenas tardes y si le preguntan la ubicación de algún lugar, más o menos así le dará la ubicación de  la siguiente forma: sube hacia allá, voltea a la derecha y luego de tres cuadras vuelva y voltee pero a la izquierda... Luego de la explicación, preguntará  ¿entendió? y así haya o no entendido, le dice: sino le molesta, camine yo lo acompaño, pa' que no se pierda.

Colombia le tiene nombre a todo
Aunque son diversas las regiones del país, cada colombiano con su propio acento logra hacerse entender y antetodo hacer sentir como en casa a los visitantes con términos y pronunciaciones únicas, como: ¡Qué verraquera! (se refiere a la fortaleza, tenacidad y empuje de alguien por lograr algo); sumercé (término español a su merced,  lo utiliza el colombiano como símbolo de respeto); bacano (hermoso, genial, único); chévere (elegante, bonito y es aceptado);  ¡Qué nota! (cuando algo es de admirar); viringo (cuando alguien está desnudo);  embolatado (cuando alguien está en una situación complicada);  avispao (o avispado, cuando se refiere a un individuo ingenioso, inteligente); parce (amigo leal); billullo (cuando se tiene dinero);  veleño (se refiere a un dulce que viene envuelto en hojas de plátano llamado bocadillo).

Colombia es cariño
El colombiano siempre demuestra su cariño y apreció con diminutivos, no se altere si se refiere a usted o si le habla así, no es una forma despectiva, es la manera de decir: ¡te tengo aprecio! Carmencita, Jaimito, Ricardito, Juanito o  se refiere a  los objetos: la mesita, el carrito, la camita o  frases como: te doy esto con mucho cariñito; mi terroncito de azúcar; te amo corazoncito; mi chinito y todos los diminutivos de ternura que se les ocurra para demostrar su aprecio.


En Colombia todo se le tiene
El colombiano siempre vive dispuesto a ayudar, a colaborar y su rostro tiene una sonrisa eterna. ¡Aquí todo se le tiene! y si no lo tiene, lo consigue, y si no lo consigue se lo inventa. Pero siempre es de sonrisa presurosa y de alma abierta pa'las que sea.

En Colombia la vaina funciona
Cuando un colombiano se refiere a la vaina es cosa seria, nadie sabe que es la vaina, pero la vaina siempre aparece en las conversaciones y no se aterre cuando escuche términos o frases como: ¡Qué vaina! (cuando se refiere a algo que lo sorprende); la vaina está ahí (no es una forma explícita de decir qué es, pero lo que se necesita ahí está); así es la vaina (cuando se ha contado algo y se sabe que es por análisis, sin entrar en detalles). Nunca le pregunte a un colombiano qué es la vaina, porque no tendrá una respuesta adecuada, solo que la vaina está ahí y nadie la define.

Colombia siempre escucha música,  oye noticias y lee el periódico 
Si un visitante llega a cualquier ciudad muy seguramente escuchara en los almacenes, en los taxis, en los buses de servicio público y en las calles música tropical, vallenato y romántica. 
En las tiendas de la esquina encontrará al dueño escuchando noticias, al vigilante o a la gente  del común.
En los parques a los hombres leyendo el periódico o revistas para de tener de que hablar con sus vecinos.
 El colombiano siempre y en lo posible anda bien informado, pero sin perder la alegría que lo caracteriza.

Colombia es anfitriona
El colombiano que se siente feliz con una visita, siempre  le ofrece de tomar o comer un algo como: un tintico, un agria, un aguardientico, una aguadepanela, un chocolatico, unas oncecitas y hasta whisky. Por lo general, nunca deja que sus invitados se vayan sin comer y si de eso se trata lo invitan a la mesa y sus platos son onerosos, por lo general, con muchos carbohidratos. Si va a este país, pierda la dieta y no le de miedo llegar gordito a su casa, porque de esa manera ellos demuestran su afecto, por el estómago. Si usted se niega, muy seguramente se sentirá desairado y le preguntará ¿Entonces que le ofrezco? ¿Qué le provoca? y se dirán entre ellos ¿Qué le molesto?

La variedad de cultivos y de climas hace que las mesas y los "tres golpes"  como llaman al desayuno, almuerzo y comida o cena, sean ricos en  multitud de platos, y como les enseñaron sus antepasados: Hay que comerlos para tener fuerzas para trabajar y estudiar.

Colombia es un país dulce
El colombiano es trabajador y a la hora de recobrar energía lo único que quiere es un dulcecito, así que se dispone a comer mielmesabe, bocadillo, obleas, turrones, arroz con leche, cascos de guayaba, natilla, cuajada con melao, brevas y peras en dulce, enyucados, cocadas, quebellitos, dulce de ñame, arequipe, dulce de papayuela y muchos más . Todo con un alto contenido en azúcar y panela.
Derechos de la fotografía
Hilando las historias
Si usted llega a Colombia, no olvide que sus anfitriones le ofrecerán el más elaborado platillo dulce, que es una gran tentación y un deleite para su paladar.

En Colombia todos son vecinos
Cuando un colombiano va a la tienda a comprar algo e ingresa  al local siempre dice ¡Buenas!, cuando sale el vendedor a atenderlo, le dice: —  vecino, me vende... y si algo le falta agrega: —vecino y deme más de esto o aquello, al despedirse:
Gracias vecino, hasta luego. 

Pero esto no solo se queda en la tienda de la esquina, el colombiano del común aunque no sepa el nombre de quién vive al lado de la casa, a quién le compra el periódico, los libros, la carne o la lotería, siempre saludará — ¡Qué hubo vecino!
Para el colombiano todos son vecinos o sea allegados.

En Colombia se pide regalado,  no se compra, pero se paga
Es muy normal que un colombiano entre a un establecimiento y pida algo diciendo: —Por favor me regala este producto... Los tenderos entienden que es un decir, más saben que lo que quiere su vecino es comprarle un producto. Así que no lo tome a mal cuando un colombiano le dice —me regala tal cosa... tranquilo el colombiano siempre paga.

Colombia un mundo de sabores y de nombres
Las tradiciones del colombiano son muy arraigadas como los nombres de muchos alimentos, bebidas y tienen un sinnúmero de palabras en sus comidas como: lechonaaguardiente (licor destilado fuerte de muchas regiones colombianas);  chicharrón, longaniza, rellena, butifarra (embutidos tradicionales del caribe colombiano), chicha (bebida indígena del altiplano cundiboyacense), limoná, sabajón, ajiaco, chirrinchi  (o chirrinche, una especie fuerte de aguardiente que es prohibida su elaboración),  hormigas culonas (insectos de gran cola que son tostados en Santander y sazonadas con sal para comer), mute jute (dulce de papa), gelatina de pata, cuy asado, mazamorra chiquita, sobrebarrigabandeja paisa, tamal, sancocho,  yuca, pandebono, entre otros.

El colombiano busca primero sus comidas y bebidas tradicionales antes que las foráneas, las disfrutan en familia y siempre las ofrecen a sus visitantes.

Colombia consume la ch
Colombiano que se dé gusto en su paladar, siempre pedirá comidas que lleven la letra ch, jocosamente se refieren a estas como "la vitamina Ch" porque son las más nocivas para el organismo por su alto contenido de grasa, pero son las más deliciosas según lo afirman. Estas son: chicharrón, chunchullo o chinchulinas, chorizo, chuleta de cerdo,  y de sobremesa chicha o unas chelas (en algunas regiones llaman así a la cerveza). Si visita a Colombia lo invitaran seguramente a un asado y en el estará la ch y usted quizá expresará —eso me hará daño, pero el colombiano le dirá: ¡Déjese invitar, porque eso, no es de todos los días! 


Ser colombiano, un buen colombiano, como lo son el 99.99% de los colombianos, es un honor, un placer, un festín, es símbolo de gente pujante, trabajadora, cariñosa, amable, servicial y honesta. Es sentir y vivir en el realismo mágico de Gabriel García Márquez todos los días y es olvidarse de la dieta porque la comida es abundante y deliciosa. Es estar en un  país de despertares diferentes, es vivir amaneceres con el canto de las aves, el sonido de los ríos, el sonar de las campanas, el olor a café recién tostado, el desayuno con el chocolate de la abuela, el sabor del trópico, el ruido de las calles y el amor por su tierra.

Colombia es el país que le recuerda  decir: por favor, gracias, con gusto. Es el país que le enseña a volver a valorar las cosas simples de cada día.

Si va a Colombia no olvide que es un país de puertas abiertas, de oportunidades, de parceros y  pa'las que sea. Solo hay un problema de su visita a este país: No quererse ir de este bello paraíso.   








lunes, 10 de agosto de 2015

Pacho el hacedor de joyas

Es época de verano, de descanso y las playas de Cartagena de indias están llenas de turistas y a la par son invadidas por vendedores que ofrecen todo tipo de mercancías y servicios.

En medio de esta gran cantidad de gente, soy una más de las turistas que disfruta del sol, la alegría, la playa y de una mañana de descanso. Se acerca un hombre afrodescendiente, de contextura gruesa y de un metro ochenta aproximadamente. Trae un morral a cuestas  y en su brazo izquierdo carga una caja en forma  de exhibidor de joyas. Me las ofrece —'Seño', estas no las encuentra en ningún lugar del planeta.


 Foto Propiedad intelectual 
Hilando las Historias

Con una sonrisa por la presentación, me retiro las gafas y observo lo que llevaba. Trae pendientes, collares y pulseras.

 Pacho comienza a sacar de su maleta, como si fuese un mago, todo lo necesario para comenzar a tejer e insertar las piedras de coral, para hacer una de sus creaciones.

—Yo mismo los hago, pero si usted quiere le hago un juego a su gusto.

Accedo a que realice algunas prendas para mí. Mientras comienza su trabajo, se presenta
—Mi nombre es Francisco, pero me gusta que me digan Pacho. 

Con el timbre de voz característico de los hombres de la región costera del norte de Colombia, entabla una conversación, que  deja entrever la lucha diaria para darle el sustento a su familia.
 —Soy Cartagenero a mucho honor, esta ciudad me vio nacer hace casi 50 años y la amo porque ella me ha dado todo. Mis padres mi esposa y mis hijos.

—¿Cuántos hijos tiene? Le pregunte con mucha curiosidad, porque sé que en esta región los hombres son muy prolíferos.

—Cuatro muchachos entre los 6 y 20 años. Ellos también son de acá y he tratado de darles lo mejor.

Francisco cuenta que recorre la playa más de cinco veces en un día, poco más de 7 kilómetros diarios, en busca de turistas para ofrecerles su trabajo y dejarles la más finas joyas tradicionales cartageneras y que tengan un bello recuerdo de la heroica.

¿Cómo hace un hombre tan grande para realizar un trabajo tan fino y bien elaborado?
—Con paciencia amor y servicio. Ríe fuertemente y su dentadura blanca ilumina la charla. Continúa —Mire seño, yo he tenido que trabajar muy duro en esta vida, he aprendido a ser agradecido y la mejor manera es hacer las cosas bien. Solo espero que la gente me recuerde cuando cuente la historias de sus pendientes, collares y pulseras, y diga, las hizo un <<negro colombiano>> y son de calidad.  Vuelve a sonreír y su risa es contagiosa y alegre.

—Yo trabajaba como pescador, pero eso se puso muy malo, porque no pagaban bien lo que sacábamos del mar, entonces un día mi esposa aprendió a hacer todo esto, pero ella no podía salir a la playa, así que le dije en medio del desespero, por la falta de dinero, que me enseñara y aprendí. Desde entonces esto es lo mejor que sé hacer y lo hago con mucho amor.

¿De dónde salen tantas combinaciones?
—No lo sé, solo me dice un turista qué quiere y yo lo hago, no hay modelos repetidos, por eso quien viene a Cartagena se lleva una pieza única, especial, exótica y bella.
 Foto Propiedad intelectual
Hilando las Historias


—Al turista hay que mimarlo, darle lo mejor y lo que él quiere, así que he aprendido a conocerlos y dejo que sus gustos se hagan realidad con mi trabajo. Llevo 15 años en esto, así que eso debe ayudar para la creación. Para mí este trabajo es  gratificante porque gracias a él he podido mantener a mis pelaos y a mi mujer.

Cuando habla de esta hermosa ciudad amurallada, que permanentemente esta en verano, su cara se ilumina y su voz toma un carácter romántico.
—Yo salgo a trabajar desde las  ocho de la mañana y termino a las cinco,  me conozco la playa y la ciudad al derecho y al revés. Cartagena es hermosa, tiene comida excelente, vienen muchos turistas, tiene una historia enmarcada en la ciudad amurallada y se muestra mejor en el reinado de belleza y en loes eventos que traen turismo.

—Yo vivo en un barrio pobre de Cartagena, que se está junto al aeropuerto, tenemos dificultades con los servicios públicos porque aquí el alcalde no hace nada por los pobres.

Mientras Pacho trabaja le observo con curiosidad que tiene una uña muy larga que le sirve para sacar las piedritas que utiliza, cuándo le pregunto sobre ella dice con la alegría caribeña
—Aja, esta uña la cuida más que a mi mujer...ríe a carcajadas, me la deje crecer porque me sirve para atrapar cada bolita sin que se me caigan. Eso también es la magia de mi trabajo.  La cuido mucho, la limo cada semana, le doy forma y me aplico productos para fortalecerla, es mi instrumento de trabajo.

Nuestro encuentro no duró más de treinta minutos y en ese tiempo me ha realizado un hermoso juego de aretes collar y pulsera y sí, tiene razón son irrepetibles, son un bello recuerdo de Cartagena de Indias y junto con esto me queda ese sabor costeño, la risa contagiosa de Pacho, su alegría y el amor por su patria chica, Cartagena.

Material fotográfico y textual  registrados en la Dirección de derechos de autor  Número 1-2015-58618

viernes, 31 de julio de 2015

Ellos estuvieron ahí

Todos los derechos de la foto Pinterest
Isabel sale de su casa como todas las noches junto con su perro, para recoger a Alejandra su hija, en la estación del bus. Por el camino la mascota se siente incómoda, lo que nunca hace de jalar fuerte para ir al encuentro con su ama, lo ha hecho hoy. Por el camino le ha ladrado a todo el que pasa por el lado y sin más ni más, le buscó pelea a un perro dálmata del vecindario.

Isabel se inquieta y la obliga a seguir porque ya están sobre el tiempo para encontrarse con su hija.


Alejandra es estudiante universitaria, tiene que ir cada día las afueras de la ciudad, ella termina clases a las siete de la noche y normalmente está arribando al paradero a las 8:15. Tienen los minutos encima, ya son las 8:10 de la noche y todavía les faltan algunas cuadras.



Agitadas Isabel y la mascota llegan a tiempo, la ven bajar del autobús y como siempre su perro se abalanza para saludarla, luego del abrazo de llegada comienzan a caminar por la calle solitaria, que a un lado limita con un parque oscuro y por el otro con conjuntos residenciales. La fría noche hace que la calle sea más solitaria que de costumbre.



De repente ven venir a un hombre que trae un abrigo  con capucha, el cual sigue de largo, pero a unos pasos se devuelve y le coloca a Alejandra un puñal en el cuello y le quita el bolso. Esto sucedió en fracción de segundos. Cuando Isabel se percató de la situación y quizá su instinto maternal funciono, con su brazo le pega al cuchillo retirándolo del cuello de su hija, el hombre sale corriendo.

Isabel presurosa la revisa, Alejandra por fortuna, salió ilesa del arma. De pronto aparece un carro y el conductor  pregunta:
¿Están bien? ¿Les hizo algo? ¿Qué se robó?
Alejandra asustada le responde mi bolso y tengo allí mi uniforme, el celular, libros y cuadernos. El hombre no lo pensó, le dio reversa al vehículo y comenzó la persecución. A la par Isabel dijo


De pronto la calle que unos minutos antes estaba solitaria se llenó de vehículos y gente. Ellas gritaban  —¡Cójanlo, es un ladrón! ¡Ladrón! ¡Nos robó!

—Señor envíanos tu ejército, dijo Isabel y junto con la joven  y la mascota comenzaron a correr  y a gritar tras el sujeto.


A la mascota el lomo se le erizo y ya no era Isabel quien la controlaba, sino era ella quien estaba a pocos metros del ladrón, está desesperada. La madre intento soltar al animal, pero hubo algo que le advirtió que si lo hacía el hombre la podía herir con el arma y entonces la mantuvo a paso veloz.



El conductor que inició la persecución se había bajado del vehículo cerca de la avenida principal que colinda con la carrilera del tren, tomó del brazo al ladrón, había demasiado el flujo de carros que tuvo que soltarlo. El sujeto desapareció por las vías del ferrocarril.



El hombre se devolvió desconsolado y solo acato a decir — ¡Lo siento! lo intente, pero si seguía tras de él corría peligro mi vida.



Madre e hija tristes llegaron a su casa, tratando de explicarse el porqué de esta situación. Alejandra se lamentaba, tenía todo lo que necesitaba para la evaluación del día siguiente: su uniforme, instrumentos, cuadernos, libros, la tablet, el celular y su billetera con todos los documentos de identidad. Solo decía ¡Ya nada puedo hacer! y su rostro se perdía tal vez en el miedo del momento y en la angustia de volver a enfrentar la calle y su examen.



Al día siguiente, la estudiante salió a las seis de la mañana en compañía de su madre quien la bendijo y la dejo en el transporte rumbo a la universidad.



Hacia las 10 de la mañana suena el celular de Isabel

—Hola mami

—Hola Hija ¿Cómo estás?
—Me han llamado de la dirección de la facultad para decirme que una mujer habló por teléfono con el director de la carrera y que tiene mi bolso.
— ¿Cómo así?
No entendían cómo una mujer lo tenía, si fue un hombre joven quién lo robo. Alejandra le dio el número e Isabel se colocó en contacto con la mujer.


La madre tuvo temor de ir sola a un conjunto de casas cercano al suyo y espero la llegada de su esposo para ir juntos. Así que acordó la cita para la noche.


Al llegar al lugar el portero de las casas los anunció y con bastante temor, ingresaron al sitio. Golpearon a la puerta de la residencia y una mujer de unos sesenta años, con unos rasgos muy elegantes abrió y los hizo seguir. Se acomodaron en una sala amplia, decorada exquisitamente, con ángeles y pinturas muy especiales. Beatriz, que así se presento la anfitriona, estaba con su esposo Federico, un hombre mayor con acento capitalino.



Isabel inquieta le pregunta: si usted estaba en su casa ¿cómo fue que encontró el bolso de mi hija?

 —Esta mañana muy temprano, salí como lo hago tres veces a la semana al salón de belleza para que me arreglen el cabello y tengo que pasar por la carrilera del tren. De pronto a un costado de los rieles, vi un bolso, nunca encuentro nada, pero me llamo tanto la atención y recordé la situación de la noche anterior que lo recogí. El bolso estaba cerrado, muy frío por el hielo del amanecer, pero cerrado.
Isabel y su esposo se miraron con cara de incredulidad y sorpresa.


Beatriz prosigue, —Luego de salir del salón vine a casa, lo abrí y encontré un uniforme, unos instrumentos, cuadernos, su celular, intente buscar algún número telefónico pero estaba bloqueado.



Hace un alto y dice —Me disculpo, pero tenía que revisar todo a ver si encontraba en algún lugar de la cartera un número para avisar que lo había encontrado.



Los padres de Alejandra sonrieron pícaramente y de manera tierna, al sentir la honestidad de Beatriz.



Anoche pasadas las ocho de la noche oímos una gritería, nos asomamos  a la ventana que da a la calle y vimos a un hombre correr con algo en la mano, detrás un perro, una señora, una joven y dos hombres que gritaban que las habían robado. Detrás de ellos iba mucha gente, muchísima gente que también gritaba y en la vía de los vehículos había carros que pitaban. Nos asustamos mucho y nos dijimos con Federico que la inseguridad estaba tan incontrolable que era mejor llegar muy temprano a casa y no volver a salir más.

—Lo cierto es que en su billetera, que aún conserva su dinero, había un número telefónico de la universidad y por eso lo informe.

Los padres con un gesto de alegría y con palabras de agradecimiento, le preguntaron que si debían darle algo. Pero ella respondió.

—No,  solo hay varias cosas que me llaman la atención y que debo decirlas, quizá es tontería mía.

Los padres le dijeron que no había problema y le preguntaron —¿Qué es lo que la inquieta doña Beatriz?

—No es normal que uno encuentre en la billetera de otra persona con imágenes religiosas de los santos a los que uno es devoto, su hija tiene a la virgen, al niño Jesús de Praga o Divino Niño, al señor de los Milagros y al ángel de la guarda, y yo creo en ellos. Miren todos los ángeles que hay en este lugar, las pinturas del niño Jesús de Praga y a mi bien venerado Señor de los Milagros.

Isabel se apresura a contarle —la niña y nuestras familias fueron entregadas desde generaciones anteriores a estas divinidades católicas y  Alejandra las lleva siempre con ella. Pero  también me parece raro que haya esta coincidencia.

Beatriz, pregunta —¿Anoche, realmente ustedes estaban solas? porque eso es lo que me dicen.

—Estábamos la niña, el perro y yo.
—Entonces ¿Quiénes eran los hombres que estaban a los lados de ustedes?
—No había nadie, yo sentí mucha gente detrás, más no al lado.

Beatriz le dice, —quizá usted no los vio, pero estaban allí, se lo aseguro. Entonces Federico, dice —Yo también los vi.

A Isabel se le ilumina el rostro, sonríe y le dice —Una de mis pasiones es pintar ángeles de todos los tamaños, creo que de una u otra forma les doy vida con los colores para que cuiden a quiénes los compran. Hace un silencio, mira al cielo y continúa.

—Cuando sucedió el robo y luego de que yo revisara a mi pequeña, le pedí a Dios que me enviará su ejército y así lo hizo. Creo que he pintado tantos ángeles, que tuvieron vida para cuidarnos. Ésto me de muestra que ellos estuvieron allí. 

martes, 21 de julio de 2015

Del Tranvía al Transmilenio

Tranvía de manivelas

*Ricardo es un hombre que ésta por cumplir ochenta y cinco años, y como dice la canción del argentino Piero <<Es que creció con el siglo, con tranvía y vino tinto>>,  él tiene la edad suficiente para contar cómo ha vivido la transformación de Bogotá y cómo ha visto la evolución del transporte en nuestra gran ciudad.
____

Ricardo se acomoda en el gran sillón de su sala y en su rostro se refleja la nostalgia y la alegría de todos aquellos recuerdos que pasan por su mente y que se niega a dejar escapar.

Yo llegué muy niño a Bogotá, como en 1940 y el transporte de esa época era de carros particulares de las grandes familias de la ciudad y para quienes no teníamos los medios para ostentar con un vehículo usábamos el tranvía y se pagaba con centavos. Había dos clases de tranvías el cerrado que era el de lujo, ese viajaba de San Cristóbal a la avenida Chile y el tranvía abierto que eran de dos clases, los grandes que viajaban de la calle 13 con carrera séptima a San Fernando  y los tranvías abiertos pequeños que eran los populares que viajaban de Pensilvania, donde era el matadero por la calle 13 hacia la universidad Nacional y al barrio Santander.

Los tranvías inicialmente fueron de manivela e iban por carrileras, luego vinieron los eléctricos, tenían por encima unas cuerdas que los conectaban a los cables de energía, se volvieron más rápidos. A este transporte le fue muy bien porque las cuerdas no se caían mucho, solo cuando daban curvas, pero el 'ayudante del tranvía'  las ponía muy rápido y seguía el recorrido. 

Los tranvías eran muy bonitos tenían asientos de madera maciza, eran abiertos por los dos lados y uno se podía subir por cualquiera. El tranvía se llenaba en las horas de mayor congestión u horas 'pico' y la gente se colgaba por lado y lado, como racimos humanos, pero no era tan incomodo como subirse hoy en día al Transmilenio o a un bus.

En las horas que no eran pico, los muchachos como siempre han sido pillos, se subían o como decían “se colunchaban” en los costados o atrás para no pagar el pasaje y cuando venía el cobrador saltaban o los bajaban a palo. A raíz de esa situación, apareció un hombrecito, más bien pequeño que cuidaba el tranvía para que los jóvenes no se subieran y montaran gratis. Él se vestía con uniforme azul, un quepis rojo y un bolillo que le servía para bajar a los jovenzuelos del tranvía, entonces  lo comenzaron a llamar El bobo del tranvía, del que se cuentan tantas historias y yo luego se las digo a usted.

En 1948 con el 9 de abril, luego de que Bogotá se volvió un infierno a causa de la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, la mayor parte de los tranvías fueron incendiados y ahí comenzó la decadencia de este transporte que era rápido para su época, porque no éramos muchos los que vivíamos en Bogotá y no habían trancones. Era muy eficiente y además el paseo era muy rico sobre todo en las horas que no eran de mucha congestión o los fines de semana,  porque uno podía ver la ciudad pequeña, con casas de la colonia y en muchas partes deshabitada. Era un medio de transporte muy sano porque no era contaminante. 

Esa época fue maravillosa... Ricardo hace una pausa como si sus pequeños recuerdos quisieran alcanzar esa época y detenerla en su mente y con sus palabras, respira profundamente y continúa sin perder el hilo de la historia—   ...porque la gente vestía muy elegante, los hombres con su vestido de paño, sombrero, paraguas y corbata, las señoras con abrigos, con vestidos sastre, guantes y carteras de mano. Todo eso hacía que viajar en tranvía fuera mágico y acogedor. Uno viajaba tranquilo para ir a trabajar o simplemente para pasear.

Entre los años 50 y 51, el tranvía ya desapareció definitivamente y llegaron unos buses que trajeron de Rusia que se llamaban  troli, él tenía como el tranvía cables que se cogían de las cuerdas de la luz y las llamábamos ‘tirantas’. No dio resultado porque los carros se les atravesaban y cuando el troli se abría para esquivarlos, entonces se les caían las ‘tirantas’ y ahí estaba la demora o cuando se iba la luz uno tenía que esperar mucho tiempo para que volviera arrancar. 

Como le venía diciendo, no dio resultado porque las vías no estaban acondicionadas para ellos, en el pavimento se abrían huecos porque eran muy pesados y como se le caían tanto los cables que los conectaban a la energía, lo hacía lento. Además, ese si fue un foco de corrupción en el distrito de Bogotá, trajeron muchos, los almacenaron por la avenida 68 en un parqueadero, allí se pudrieron y ahí los de la alcaldía hicieron su agosto porque se acabó la empresa y se la repartieron como 'aves de rapiña', eso fue para la década del 70, ¡Ah! y cuando habían paros esos buses eran los primeros que quemaban y apedreaban porque como eran del gobierno y a nadie le dolía, bueno eso era lo que se creía en esa época, pero la verdad siempre hemos pagado todos 
 suelta una gran risa entre absurda y desvergonzada

Troli de Bogotá
A la par aparecieron en la misma época del *troli los buses municipales que eran chatos, muy grandes, pero resulta que la empresa también fracaso porque decían que los que administraban y  los conductores se quedaban con el producido y hasta ahí llego esta empresa de la alcaldía. Entonces Bogotá se llenó de buses, aparecieron empresas privadas que se designaban con colores, “los buses azules”, “los buses rojos”, “los buses amarillos”, "los buses verdes”. Con el tiempo ya dejaron los buses de un solo color que fue el amarillo y la empresa privada tomo el transporte público definitivamente en sus manos. La ciudad había crecido tanto que el gobierno distrital no podo hacerse cargo del transporte. Bogotá creció vertiginosamente y aumentaron los barrios y se designaron las nomenclaturas por calles y carreras, como se ve hoy en día

Llego otro transporte que prometía comodidad para los usuarios llamadas busetas, eran unos buses pequeños, no permitían llevar pasajeros de pie. Aparecieron a finales de la década del setenta y principios del ochenta, las mostraron como un transporte cómodo, se andaba más rápido y se pagaba más por el transporte. Al principio fue muy bueno, pero luego entraron a la guerra del centavo con los buses y hasta ahí llego el buen servicio.

La ciudad no pudo conservar el tranvía o los alcaldes no quisieron, aún cuando hasta hoy existen los rieles en el centro, ahí en la Jiménez por ejemplo, y sí permitieron que el transporte público  se volviera un monopolio y que los conductores por ganar más entrarán a  la guerra del centavo, esa competencia por recoger el mayor número de pasajeros fue mortal para la ciudad y como las rutas eran escasas la gente se subía a un bus y no le interesaba ir colgada en las puertas, entonces los conductores desmedidos hacían competencia en las vías de la ciudad para llenar sus vehículos y fueron muchos los accidentes y muertos que dejo esta práctica, porque no había una reglamentación que los rigiera. Muchas víctimas dejó esta guerra que se vivió en las calles bogotanas.

La congestión de Bogotá comenzó en los años setenta, porque habían pocos semáforos, que entre otras cosas llegaron como en 1940 y los policías de tránsito eran los que ayudaban a la movilidad, pero era insuficiente, si ahora con tanto semáforos hay trancones, imagínese como era antes. Hasta la década del sesenta era muy rico viajar en transporte público.

Hace otra pausa y sus ojos envejecidos por el tiempo se llenan de lágrimas como entendiendo que su ciudad, esa que lo acogió desde niño se había ido, toma un sorbo de agua y continua...Ya la gente no es amable, no se viste con elegancia, ya no hay caballerosidad, ya no le seden la silla a las mujeres, ni a los ancianos  y los viajes en transporte público no se pueden disfrutar.

Las 'zorras' de Bogotá. 
Foto tomada de Prensapoli
De repente su vivacidad vuelve y con una sonrisa dice: como le parece que toda la vida del transporte en Bogotá se utilizó la zorra, que era un carrito de manera con cuatro ruedas, jalado por un caballo o burro. Fue la 'degeneración' de las grandes carrozas de la época colonial sonríe con picardía
Éstas se utilizaron como medio de transporte para cargar paquetes o hacer trasteos. Hoy en día con los cambios que ha hecho la administración distrital desaparecieron. Fue también, un medio de transporte muy popular, se utilizó con gran devoción, era muy común ver a las parejas de casados cambiar de casa y cargar sus cositas en zorra y cuando habían paros de buses ese medio sí que ayudó a que la gente llegará al trabajo. Por su lentitud generaban muchos trancones, luego llegaron los camiones para hacer esta labor y con el tiempo desaparecieron de las calles bogotanas. En el gobierno de Petro le cambiaron a las personas que las conducían,  por otro tipo de vehículos. La ciudad ha cambiado para bien y era hora de darle un trato digno a estos animales que en muchas ocasiones eran maltratados o presentaban desnutrición, eso fue bueno.




Propiedad de hilandolashistorias, Claudia Figueroa ComunicacionesHoy subirme a un Transmilenio es un martirio. Como es un transporte masivo y en nuestra hermosa ciudad hay más de seis millones de habitantes, la gente busca llegar más rápido a su destino, no les interesa si son ancianos, mujeres embarazadas o niños los que utilizan este transporte, entonces eso hace que los usuarios se vuelven indiferentes, sin contar todos los gastos que tenemos que cubrir los bogotanos por un transporte que podría ser eficiente si el alcalde que lo contrato en su momento le hubiera dejado ventajas a la ciudad.

La Bogotá de ahora es bonita, pero no es de nadie, nadie la respeta ni la quiere, quizá por eso añoró el tranvía, ese que me llevaba no tan rápido, pero que me permitía gozar lo bello de mi Bogotá antigua y la decencia de los 'cachacos'.

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*Ricardo es mi padre. Este es un pequeño homenaje a sus historias, a su vida y al amor que siempre nos ha impregnado por nuestra hermosa Bogotá, la de ahora y  la  antigua.

*Troli, Trolebus, trole  estos términos se acuñarón en Colombia por la palabra Trolley.