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lunes, 6 de julio de 2015

No estás ni viva, ni muerta



Hablar de Carmen es hablar del coraje, la fortaleza y la entrega. Así la describen quienes la conocieron hace más de cinco años.

Cuando se pregunta sobre esta mujer,  su vida y  su familia, todos aciertan en decir —Carmen, una mujer bella, luchadora, con una familia sin igual. Con tres hijos que estudiaron en los mejores colegios y universidades, un esposo al que ella idolatraba como un gran dios y que le lleva una década en edad.

La recuerdan por sus hermosos ojos claros, su rostro perfilado, que aun con el paso del tiempo  dejaba entrever la belleza de sus años mozos.

Sara, su cuñada y vecina, dice que —Todo en la vida de ella era perfecto. Trabajaba de sol a sol para que  su familia tuviera las comodidades y los lujos que ella no tuvo en la infancia. Fue criada en una época en la se le inculco que el marido era el todo y que una mujer se debía a su pareja, como lo decía doña Marina, su madre: <<Mijita, al hombre se conquista por la boca, así que al esposo hay que cocinarle lo mejor y servirle lo mejor. Tenerle el vestuario al día y "agachar oreja" cuando una se entera de sus 'cositas', eso es lo que he hecho con su papá todos estos años y ahí estamos juntos para siempre>> —Estas recomendaciones solo la llevaron a convertirse en una esclava, a que perdiera lo más preciado, su dignidad.

Continua Sara con su relato —Tenía un negocio propio y próspero. La floristería era rentable y no le importaba dividir su vida entre el trabajo, el cuidado de la familia y de su hogar. Por eso la abrió al publicó en un local de su casa, para hacer todo desde allí. ¡Para ella era perfecto!
El trabajo era pujante y entonces Juan, su esposo,  decidió ayudarla a administrar la floristería. Soñaba cada día con irse de viaje al exterior con su marido y que sus hijos sacaran una carrera profesional.

Carmen conoció a Juan y se fue a vivir con él cuando apenas cumplió los quince años, en contra de todos los prejuicios sociales y familiares —agrega Sara. De esta relación nacieron tres hijos, María Paula, Juan Sebastián y el  menor, luego de diez años, Juan Felipe.

Ella se vanagloriaba siempre diciendo <<Sé que me lleva muchos años, pero no importa, yo lo cuidaré hasta la vejez, no quiero que se enferme, no quiero que le pase nada, quiero que él deje su vida de aventurero con otras mujeres y solo tenga ojos para mí, y si tengo que sacrificarme por él, ¡así lo haré!>> — Concluye su cuñada.

Esta bella mujer siempre cumplió su cometido y nunca desamparo a su familia y menos al hombre que había conquistado su corazón. Sus hijos mayores entraron a estudiar a la mejor y más costosa universidad, María Paula a estudiar sicología y Juan Sebastián ingeniería.

Un día Carmen sufrió una aparatosa caída cuando llevaba la cena a la mesa. Fue llevada de urgencias al hospital y le diagnosticaron fractura de cadera, debían operar de inmediato.

Luego de varias horas en el quirófano, el cirujano habló con su familia entregándoles un parte de victoria  —La cirugía fue un éxito, ahora hay que esperar a que se recupere de la anestesia. Pero lo que el galeno no les explicó, es que habían tenido problemas para que ella despertara.

Pasaron los días y los médicos determinaron que una dosis muy alta de anestesia había dejado a Carmen en estado de coma. Nadie lo podía creer, se estaba convirtiendo en un vegetal. Luego de tres meses decidieron que lo mejor era llevarla a casa, allí mantenerla conectada, brindarle los cuidados requeridos y llenarla de mucho amor, esto muy probablemente le ayudaría a su recuperación.

La habitación donde se encuentra Carmen en su casa,  tiene una gran ventana a la calle, las cortinas están corridas y los rayos de luz penetran como si quisieran llenarla de vida. Al frente de la cama hay un televisor transmitiendo en un canal religioso que deja entre oír los rezos constantes. Al lado izquierdo de la cabecera hay una mesita llena de medicamentos, ungüentos y lo necesario para atenderla. A la derecha hay otra muy hermosa, vestida con un mantel blanco, con cuadros místicos, una pequeña luz encendida, libros de oraciones y un crucifijo. En el mismo costado un dispositivo que le mide permanentemente sus signos vitales.

Al entrar a la habitación se ve a doña Marina, la madre de Carmen, sentada junto al lecho de su hija. Desde su 'corazón de mamá' comienza a contar con desolación  lo difícil que es ver a un ser querido y a una mujer llena de vida 'postrada' en una cama por la irresponsabilidad de un profesional que no supo suministrar de manera adecuada la anestesia.

Ella es una mujer de setenta y nueve años, con su piel ajada por el tiempo y el dolor, de pasos lentos y cansados por la edad, quien desde hace cinco años no ha dejado ni un solo día de estar al lado de su hija. Todos los días le pide a Dios por la sanación de mi "niña", como se refiere de manera cariñosa a ella. —Tengo la esperanza de que los milagros existen y que no será ésta una excepción. Guarda silencio y agrega —Aunque a veces, no lo puedo negar, en medio de mis oraciones le pido que se la lleve a descansar, porque esto no es vida.

— Me case a los diez y seis años cuando mis padres arreglaron mi matrimonio con Gumercindo, Carmen nació cuando yo despuntaba lo diez y siete. Fue una niña saludable, una bebé hermosa llena de alegría y risas permanentes. Luego, una mujer bella con unas líneas que bosquejaban un cuerpo precioso. Terca, muy terca, pero con una fortaleza a toda prueba, por eso creo que puede recuperarse. Pero tenía que haberse 'juntado' con Juan...

Pasado un año del accidente de Carmen, sus hijos mayores decidieron que lo mejor era viajar al exterior y radicarse allí. María Paula viajo a España y Juan Sebastián a Canadá.

—Ellos se fueron porque tenían que seguir con sus caminos, no podían quedarse a cuidar a la mamá, porque esa no era su responsabilidad. Recuerda doña Marina con tristeza. —Hasta el día de hoy, luego de cuatro largos años, ellos de vez en cuando llaman a preguntar por ella y no lo hacen con frecuencia porque saben que esta igual.

Pasados tres meses de la partida de sus hijos, Juan, se cansa de administrar y atender la floristería, entonces decide que aún tiene derecho a vivir y viaja junto con su hijo Juan Felipe a los Estados Unidos Unidos y allí se radican.
—Él siempre fue un bueno para nada. Dice doña Marina. 
—Mi hija lo acostumbró a estar bien atendido, a tener lo mejor de lo mejor. Decir que administró la floristería, solo es un decir, solo estaba allí para revisar cuánto dinero llegaba a la caja, para disponerlo a sus anchas y darse una gran vida.
—Hasta el día de hoy no sabemos en qué parte de ese país está, no sabemos nada del niño y nunca desde el día en que partió hemos escuchado una llamada.

Los ojos de doña Marina se llenan de lágrimas que caen sobre sus mejillas aciagas, toma un crucifijo entre sus manos y el llanto entre corta sus palabras —Ver a mi hija en estas condiciones es muy difícil. Bañarla en una cama, colocarle pañal, alimentarla por la vena, utilizar oxígeno, no oír su voz, no verla correr por la casa con su ligereza de siempre y saber que está ahí y no está. Las heridas de su cuerpo se han convertido en cicatrices y vivir con la zozobra de que en algún momento ya no va a respirar más, es muy duro.

El trabajo de cuidarla lo comparte doña Marina con su otro hijo, Germán, el hermano menor de Carmen. 
—Él, su esposa y sus dos hijos han sido una bendición. Nunca han dejado de estar pendientes de Carmen. Él, Germán, la mima, la cuida y venera como a una santa. Han sacrificado mucho como familia, no viajan, no tienen vida social y las pocas reuniones familiares prefieren hacerlas, aquí en la casa de Carmen, para que ella se sienta acompañada.

Germán a nombre de su hermana demandó judicialmente a la clínica por el mal procedimiento que le hicieron, pero esta nunca prospero. A interpuesto infinidad de recursos para que le asignen a una enfermera, pero solo se la han dado en tres ocasiones, cada una por cuatro meses. Se ha asesorado de muchos abogados para que los hijos de Carmen y su esposo se hagan cargo, pero ha sido infructuoso porque no se sabe a ciencia cierta, cuál es su paradero. Hoy Germán esta en la disyuntiva de dejar vivir a Carmen por más tiempo como un vegetal o dejarla que definitivamente viaje a la eternidad, pero necesita la aprobación de Juan y de los hijos.

—No solo mi hijo tiene esta duda, yo también, y debo tomar la decisión de dejarla así o desconectarle, porque después de su familia, yo soy quién podrá tomar esta dura determinación. —agrega doña Marina.
—Yo siento que las fuerzas ya no me acompañan, siento que cada día será más difícil venir a cuidarla, porque yo también tengo mi casa y a mi viejito que está muy enfermo. También sé, que no le puedo dejar esta responsabilidad a mi hijo, ni a su familia. Cuando yo me muera, porque siento que el día se acerca, ¿qué será de ella? ¿qué será de mi hijo? tengo miedo de que su familia se derrumbe porque aunque lo hacen de buen corazón, todo esto los ha afectado demasiado.  —Solloza

El estado de Carmen es estable, durante todo este tiempo no ha tenido complicaciones, su familia dice que tiene "salud para rato", que simplemente duerme.
—Ella, mi 'niña', siempre fue fuerte, con un coraje indomable y sé que no ha partido a la eternidad, porque en el fondo, ella espera de sus hijos y su esposo le devuelvan algo del sacrificio que  hizo porque fueran una familia feliz, llena de privilegios, sin privaciones.

La mira con tristeza y continua —Esta es la vida que ella eligió vivir, bueno si se puede decir vivir. ¿De qué le sirvió sacrificar su propio ser? Ella jamás se dio gustos, ni el verdadero valor de mujer y de madre, solo la veían como la persona que proveía el dinero, la que siempre estaba ahí para servir y una falsa estabilidad en la casa. Mi hija nunca fue feliz, jamás sintió que era valorada y que tenía derecho a realizarse como todo ser humano.

Hace una pausa larga, toma la mano de su hija y finaliza La vida es única, es una oportunidad que no se puede dejar escapar. Aunque Carmen esta al borde de la eternidad, no quiere irse, no se ha dado cuenta que cuando hemos vivido de quimeras, como fue su vida, uno se queda en el limbo de la incertidumbre. 

Besa la mano de su 'niña' No estas  ni muerta, ni viva solo a la espera de recibir un abrazo, un gracias o quizá un beso de su familia, que ya no llegará.

*En Colombia se han abierto las puertas para realizar de manera legal la eutanasia desde comienzos de julio de este año. Doña Marina y Germán han decidido aplicar a este recurso para que Carmen descanse en paz.


2 comentarios:

  1. Hilando Historias. La historia me ha roto el corazón. Carmen, ¿ Dónde te encuentras ? Quiero que vuelvas por ser un alma limpia con un corazón
    lleno de amor. Por favor, ven con nosotros te necesitamos eres imprescindible,
    la vida que tú das es lo más bello que he conocido. Gracias. Carmen. bonita.
    Si Dios existe le pido que la despierte.

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    1. Gracias por leer nuestras historias reales.

      Ella esta en algún sitio de Colombia y su familia amablemente accedió a darnos esta entrevista y a contar su vida, pero nos pidió no revelar el lugar exacto.

      Sí, luego de investigar sobre su vida yo también tengo la esperanza de que en algún momento algo mágico o divino suceda en su vida, ella con su familia son seres valerosos y que siempre merecen otra oportunidad.
      Recibe un cordial saludo.

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